No quiero meterme en temas políticos o económicos, pero todos sabemos como están las cosas. Por suerte o por desgracia, mejor retiremos lo de "suerte", vivimos en una sociedad en la que lo que prima es el dinero. Y punto. No hay más. Vivimos única y exclusivamente para ganar papelitos de colores. Pero la gracia es que no queda ahí la cosa. Ganamos dinero (el que lo gane), única y exclusivamente para subsistir.
Y hemos llegado al momento en el que me enciendo, en el que me hierve la sangre. Manda huevos la cosa Manolo. ¿Cómo puede ser posible que una persona sufra ocho horas diarias (el que tiene suerte) durante seis días a la semana y a lo largo de cincuenta años sólo para subsistir? O mejor dicho, ¿para malsubsistir? ¿No estaremos haciendo algo mal? Un padre o una madre deja de ver a sus hijos, o los ve un par de horas al día para que éstos tengan una vida "normal", ¿normal? ¿Es normal que un niño viva alejado de sus padres para que pueda comer y vestirse? ¿Estamos todos locos? Me respondo a mi mismo: estamos haciendo algo mal.
La utopía de la que hablaba al principio consistiría en algo tan simple como trabajar menos y cobrar más. Ya podéis reíros. ¿Os imagináis un mundo en el que la gente trabajase cinco horas diarias, cuatro días a la semana y que cobrase dos o tres mil euros al mes? Lo sé, es imposible. Es imposible porque ningún trabajo generaría tanto dinero como para pagar esas cifras, y además a más empleados, ya que sólo trabajarían cinco horas diarias. Eso sí, sería bonito. Pero, ¿y otra cosa? ¿Imagináis un mundo sin dinero? Ese sí que sería el mundo perfecto. El problema de antes desaparecería, pero claro, nos topamos con una cuestión más profunda, la ética personal. Podéis seguir riendo. El ser humano es egoísta, egocéntrico. Si el dinero no existiese, iba a trabajar mi tío Pepico. Tiene gracia. Somos nuestro propio problema.
Imaginaos un mundo en el que la gente sólo cogiese lo que necesitara, y que en sus horas de trabajo, lo diese todo por agradar a un semejante, o por hacer las cosas de la mejor manera posible. Hay personas para todo. Estoy seguro de que hay gente a la que le guste ser frutero, o sepulturero, o minero. ¿Por qué no? Pero claro, nosotros sólo nos miramos el ombligo. La lechuga que tenemos por cerebro pensaría: "si puedo coger lo que quiera y cuando quiera, ¿para qué voy a trabajar?" Y adiós a nuestra preciosa utopía.
Bueno amigos, sólo digo todo esto porque me da rabia. El ser humano vuelve a equivocarse. Tropezamos, no dos, sino doscientas veces con las mismas (en plural) piedras. Deberíamos tener tiempo para viajar, disfrutar de nuestros hijos y nuestros padres, pasear, leer, hacer deporte, ir de compras, permitirnos lujos. Pero no, sólo vivimos para no morir por inanición. Y todo por nuestra propia incompetencia. Me voy a llorar un rato.