Diferente no, raro

Hablaré hoy de mí. Propicio momento por varias razones. La primera porque llevo meses sin actualizar este blog, la segunda porque acaba el año 2009 y es una buena manera de despedirlo, y la tercera porque son casi las tres y media de la mañana, me he despertado, y lo primero que me viene a la cabeza es escribir sobre mí, cosa que me hace pensar que el título de este artículo me viene como anillo al dedo.

Me gusta ser raro, no diferente, sino raro. Me enorgullezco enormemente de sentirme así, y no sé por qué. Entre otras cosas no sé por qué, porque por una parte me da pena sentirme así. No sé si alguien me entenderá, posiblemente no, es todo muy complejo, contradictorio, pero es tan fácil de asimilar cuando te sientes como yo, que me va a ser imposible expresarlo.

Me he dado cuenta de que soy una persona que no suele encajar en ningún sitio, y la verdad, no me importa. Lo que me pregunto es si algún día me llegará a importar. Desde que abandoné el instituto he estado con varios grupos de gente. Pues bien, nunca encajé. Lo intenté, pero no lo conseguí. Tal vez sea mi naturaleza. Recuerdo con claridad un escrito que hice un día en la facultad. Un escrito que hablaba de esto mismo, de mi forma de ser. Lo redacté porque llevaba ya varios días de clase, con gente nueva, y todavía no había encajado con nadie. Con nadie. Tiene gracia. Fue terminar ese escrito, guardarlo en mi carpeta, y sentarse a mi lado el que en unos segundos se convertiría en mi primer "amigo" de facultad. Y entrecomillo la palabra amigo porque no es más que una forma de hablar. Luego tuve otros tres o cuatro más. Cinco "amigos" (forma de hablar) en tres años. Un poco triste, ¿no?

Tengo, y siempre he tenido, cierta tendencia a elegir y desechar, "elegir, y desechar". Lo hago de manera inconsciente, pero es inherente a mí. Cuando entro en un grupo tiendo a juntarme con ciertas personas. Todos estaréis pensando: "Pues bueno, como todo el mundo, siempre hay gente con la que congenias más". Pues no. Lo mío va más allá. Yo no siento ningún vínculo, nada en común. ¿Cómo es posible que haya "una" persona, y entrecomillo "una" porque no es más que una forma de hablar, por la que sientas simpatía y a la vez que perteneces a un mundo diferente al de ella? La gente de mi edad ya no se ríe de los "pardillos" como en el colegio. Ahora todo el mundo se lleva mejor o peor con unos o con otros, pero forman parte del mismo universo. Yo no.

Me siento como si el grupo en el que estoy fuera un puzzle, y yo fuera una de las piezas que lo conforma. El problema es que alguien la cagó y me metió en la caja equivocada. Soy una pieza más, pero de otro puzzle, por lo que no encaja en ningún sitio. Aunque lo intente.

Por supuesto, tengo mi grupo de amigos. Un grupo que me gusta denominar "sectario". Y digo lo de sectario porque nos cuesta hacernos comprender, no entra cualquiera, y también es difícil salir. Es el único sitio en el que me siento yo mismo.

La cosa es que antes me sentía mal. Llegaba, intentaba hablar con alguien, y nadie me daba importancia. No por su culpa, y lo digo de corazón, sino simplemente porque pertenezco a otro puzzle; y eso me hacía sentir mal. Ahora no. Ahora me da "igual". Me he dado cuenta de que no encajo y es absurdo intentarlo. Es más, cuando tienes que intentarlo, es porque algo no va bien. Y eso no quiere decir que vaya a ser borde, o que lo sean conmigo. Lo único que quiere decir, es que ni lo intento. Sonrío cuando debo, bromeo cuando puedo, y cuando termino vuelvo a mi secta.

¿Por qué las amigas de mi novia no me miran cuando salgo con ellas? ¿Por qué nadie del trabajo me pregunta si voy a ir a la cena de empresa? ¿Por qué desde el insituto no he hecho ni un sólo amigo? Vuelvo a decir que antes pensaba en estas cosas y me sentía mal. Ahora le he dado la vuelta a la tortilla y lo veo de otra forma. Me da igual que las amigas de mi novia no me miren porque no me caen bien, me da igual que alguien me pregunte si voy a la cena de empresa porque no voy a ir, y me da igual el no haber hecho ningún amigo desde el instituto porque si fue así es porque no merecían la pena, o mejor dicho, "no me merecían la pena".

Siempre me he considerado una persona "antisocial". Quizá sea un término excesivo, pero puede resultar útil para describirme. La gente tiene una capacidad, que desde mi punto de vista es asombrosa, de relacionarse. Mi novia hace amigos y amigas, y esto no lo entrecomillo, el primer día de clase, trabajo, o lo que sea. Qué fácil. Yo no. "Elegir, y desechar". Pero bueno, lo he asimilado. Ella tendrá cincuenta y siete millones de amigos, y yo quince. Eso sí, me sentiré bien estando con ellos. No tendré nada que fingir, ni sonreír cuando no me apetezca, ni pensar lo que voy a decir o hacer.

Nadie me comprende, posiblemente ni mis amigos. A pesar de todo lo escrito, no creo que pueda expresar todo lo que pasa en mi interior, pero bueno, lo he intentado. Pensarán que exagero, o quizá que me entienden, pero no lo creo. A mí me basta con que sigan siendo sectarios, o las piezas del puzzle correcto. Lo dicho, raro de cojones.

Encantado de Conocerte

"!Encantado de conocerte!" "!A ver si quedamos un día!" "Esta es tu casa" "Aquí me tienes para lo que necesites". Mentira, mentira y mentira. El ser humano es harto complicado, eso ya lo sabemos, pero a veces, más que complicado parece imbécil.

Cualquier persona, cualquiera, es capaz de mentir sólo por pura cordialidad, por quedar bien. Miente y queda bien, esa es la fórmula que tenemos en la cabeza y que utilizamos de forma automática. Pero lo más increíble es la reacción del afectado; prefiere escuchar una mentira aún sabiendo que se la están metiendo doblada, antes que escuchar la verdad. Y lo peor no es eso; lo peor es que en el improbable caso de que escuche la verdad, le sienta mal. Ejemplifico. Te encuentras a un conocido por la calle. Éste, creyendo que te interesa, te cuenta que su perro "Puchi" se ha muerto de estrés postvacacional, y te martiriza con todas y cada una de las batallitas que pasaron juntos. Después de cuarenta y siete minutos de insoportable monólogo y cuando estáis a punto de despediros, ¿qué es lo que le sueltas? Apuesto a que una de las posibles frases que saldrá de tu boca será "Lo siento mucho" o "Qué pena" o incluso "Si necesitas algo, aquí me tienes".

Seamos realistas, a ti te importa un pepino, pero a pesar de eso haces como que te interesas, le ofreces ayuda, etcétera, a pesar de que la persona a la que se la estás ofreciendo sabe perfectamente que "es una forma de hablar". Pero mucho ojo, no se te ocurra decir "mira, no me interesa tu historia" o "déjame en paz, pesado", no se te ocurra decir la verdad, lo que piensas, lo que sientes, lo que él sabe que estás deseando decirle. Si fueras capaz de hacerlo, ¿qué pasaría? pues que esa persona te echaría la cruz, sólo por decirle lo que él ya sabía. Es curiosa la forma que tenemos de autoengañarnos.

Escuché hace no mucho en la radio un caso de una chica que hizo varios amigos estando de vacaciones en el extranjero. El caso es que esta chica, antes de irse, les dijo a algunos de ellos: "si venís a España, podéis quedaros en mi casa". El resultado, ya lo imaginaréis. ¿No habría sido más fácil decirles "Adiós"?

No quiero decir con esto que las personas no nos interesemos por las desgracias ajenas, que no queramos ofrecer ayuda a quién la necesite, pero es cierto que tenemos una forma de ver las cosas un tanto peculiar. Con tal de cumplir, somos capaces de mentir, sabiendo que la persona a la que le mentimos lo sabe. Pero parece que todo queda bien porque se cumple una fórmula que hemos mamado desde pequeños, que hay que ser educado, que debemos ayudar a la gente, que no está bien ser borde y un largo etcétera. ¿Cómo es posible que a alguien que ves por primera vez en tu vida puedas decirle "encantado de conocerte"? No estás encantado, ni nada; es simplemente una cortesía, una forma de hablar, una forma de demostrar que eres educado; pero digo yo, ¿no sería más educado decir la verdad? No digo que le vayas a decir "no estoy encantado de conocerte", porque entre otras cosas es posible que eso tampoco sea verdad, pero ¿qué tal un "hola"?

Como siempre digo, o casi siempre, es curioso que esté defendiendo una forma de ser que ni yo mismo utilizo. Supongo que será otra de esas cosas que hacen al ser humano más imbécil que complicado.

Ya para terminar, he de decir que en este post no he mencionado a cierto personajillo que un amigo mío dice que siempre menciono. Ya ves, querido amigo, anteriormente sólo lo hice porque se dieron las circunstancias. Así que sólo me queda deciros a DIOS.

Este artículo va dedicado a Temis, y en especial a Jessi, las chicas que más me animan a escribir.


Te Extraño, Te Olvido, Te Amo

"Te amo", "!Qué rabia!", "Me da pena", "Me es indiferente", "!Qué asco!", "!Te odio!". Sentimientos.

Un sentimiento es una sensación, es algo imperceptible que nosotros mismo exteriorizamos, y es por eso por lo que nos percatamos de lo que en definitiva es un estado de ánimo. Podemos disimular todo tipo de sentimientos, tanto buenos como malos. Puedes fingir que no estás enamorado, o que no sientes pena por algo, pero la sientes, y no puede evitarlo, gracias a Dios.

A lo largo de mi "corta" vida he aprendido algo de lo que muchos pensarán que es una idiotez, pero que pensándolo fríamente podríamos llegar a comprender o por lo menos a respetar más al que tenemos al lado. A lo que me refiero es a que todos somos diferentes, pensamos diferente y, por supuesto, sentimos diferente. Es fácil pensar que cuando te sientes mal eres la persona más infeliz del mundo, o que cuando amas con todas tus fuerzas no hay nadie en el planeta capaz de superar lo que sientes, y ¿por qué? Pues porque un sentimiento no se puede medir, gracias a Dios

Seguro que hay alguien que ama con más fuerza que tú, y quizá esa persona sea tu pareja; seguro que hay alguien capaz de odiar más que tú, y quizá esa persona sea la persona a la que odias, y seguro que hay alguien que siente más pena, indiferencia o asco del que tú seas capaz de sentir nunca, pero es cierto que no nos gusta saberlo. ¿Cómo te sentirías si supieses con certeza que tu pareja te ama más a ti que tú a ella? ¿Y si fuera al contrario? No nos gusta saber con qué fuerza sentimos, pero seguro que unos sentirán, para bien o para mal, con más profundidad que otros.

¿Os habéis planteado alguna vez si es capaz una persona de morir, y hablo literalmente, de miedo, o de pena, o de algún sentimiento que sea tan fuerte como para matar la vida? Se dice que hay gente que muere así. Lo que no sé es si eso es literal o no, porque por culpa de la pena puedes dejar de comer o de cuidarte, lo que te produciría la muerte, pero yo hablo de morir directamente por un sentimiento. No sé si se podrá, pero a parte de triste, debe ser bonito pensar que sí, además de poético.



Amigos Geográficos

No hace mucho me decidí a escribir acerca de ser feliz, o más bien de lo imposible que es esto de una manera absoluta. El tema que trato a continuación sigue esa estela, aunque de una manera mucho más concreta. Me gustaría analizar hoy las relaciones que tenemos con esas personas que consideramos importantes: nuestros padres, amigos, parejas, etcétera; y preguntarme hasta qué punto estamos satisfechos con ellos. Quiero adentrarme en un mar lleno de dudas, y plantearme si las buenas personas con las que comparto mi vida son las mejores que puedo llegar a conocer, o si por el contrario me estoy conformando con ellas por el simple hecho de vivir en el mismo barrio de la misma ciudad; lo que me llevaría a pensar que son sólo eso, buenas personas.

En nuestra vida cotidiana estamos acostumbrados a pronunciar frases del tipo "eres el mejor amigo que se puede tener" o "tengo la mejor madre del mundo". Bajo mi punto de vista y como cumplido o piropo, dichas expresiones son una buena manera de agradar a alguien, pero seamos sinceros y preguntémonos, ¿qué posibilidades hay de que tu propia madre sea la mejor madre que puedes tener? ¿Acaso conoces a todas las madres del mundo? ¿Quién te dice a ti que tu madre perfecta no vive al sur de Camboya? Y cuando digo madre quiero decir amigo, hermano, pareja o mascota.

Es muy probable que un hijo tenga en alta estima a sus padres y amigos, es lógico, tus padres te llevan lavando el cerebro desde el día en que naciste y a tus amigos los eliges tú teniendo en cuenta un montón de requisitos, pero de ahí a decir que el uno o el otro son "el mejor que se puede tener", hay un gran trecho, al menos desde mi punto de vista.

¿Quién no ha pensado alguna vez que su pareja actual es su alma gemela? Yo no sé que entendéis vosotros por alma gemela, pero yo creo que esa persona debe ser compatible (que no igual) contigo en un 100%. Siempre he sido reacio a pensar que la perfección existe excepto en Dios, y esto no es otra cosa que eso, una relación perfecta, pero dejando a un lado la posibilidad de que pueda pasar, preguntémonos ¿qué posibilidades hay de que la persona con la que eres compatible al máximo y sin margen de error viva en tu mismo barrio? Y si alguien piensa y dice: "esque yo viajo mucho" le plantearé la pregunta de otra forma ¿qué posibilidades tienes de conocer a la persona con la que eres más compatible en el mundo? Es más, es (como diría un amigo mío) infinitamente improbable que llegues a cruzarte con ella alguna vez en tu vida, así que imagínate llegar a conocerla.

Hace tiempo estudié en clase de psicología que una persona puede llegar a conocer de una manera más o menos profunda a una media de trescientas personas al mismo tiempo, y que si conoces gente nueva hay otra que sale de ese círculo de conocidos. Bien, pongamos que a lo largo de tu vida llegues a conocer a dos millones de personas, cosa que dudo, como diría un amigo mío, infinitamente y de manera exponencial; por lo tanto, ¿sigues pensando que conocerás a tus mejores amigos alguna vez? ¿o a tu pareja perfecta?

Lo que tampoco podemos hacer es engañarnos. Hay gente que dice "es que un matrimonio no es un matrimonio si no hay peleas o discusiones" o "es normal, todos los matrimonios discuten". ¿Es que estamos todos locos? Tratamos de excusar nuestras peleas en nuestra imperfección. "Es bueno equivocarse para aprender de los errores" !Y un huevo de pato! es como decir que es bueno estar en paro para aprender a buscar trabajo. Lo bueno sería no equivocarnos nunca, no discutir con nuestros amigos, ni con nuestros familiares, ni con nuestras parejas, pero claro, nuestras almas gemelas estarán seguramente en alguna playa caribeña o en mitad de una guerra, en un país del que quizá nunca hayamos oído hablar. Por eso defiendo el hecho de que nos conformamos geográficamente hablando. Las frases correctas serían "eres el mejor amigo que he tenido nunca" o "Eres la persona a la que más he amado". Eso está bien, amar, querer, admirar, pero es muy dificil que dos personas compatibles en el grado más alto lleguen a encontrarse. Es posible que alguna vez haya podido pasar, pero nunca lo sabremos. Eso sí, que no nos vendan la burra, que no me digan que es mejor aprender que conocer. Nos conformamos, vale, pero yo quiero estar con mis amigos perfectos, y no engañarme teniendo que decir que discutir con ellos fortalece la relación.

Amigos, el mundo no es tan pañuelo como imaginamos.

¿Dios? (1ª Parte)

Hace unos días y con motivo de la Semana Santa, mantuvimos mis amigos y yo una profunda a la vez que extensa conversación acerca de la que considero la madre de todas las preguntas: ¿Hay algo después de la muerte? ¿Existe Dios? La pregunta en sí tiene tela marinera. Tanto es así que, se pongan como se pongan unos u otros, es imposible contestarla con certeza. ¿En qué nos basamos entonces para afirmar o negar la existencia de un Ser Todopoderoso?

En realidad, no hace falta ser cura para defender la existencia de un Ser Superior, ni ser científico para no hacerlo, pero tanto el uno como el otro basan su respuesta en su propio raciocinio y sobre todo en su educación. Ahora, mi pregunta es ¿Quién de los dos tiene razón? Porque, siendo honestos, sólo uno puede tenerla. Un científico te dirá que es imposible demostrar la existencia de Dios y un cura te dirá que Dios está por encima de toda ciencia. Y esto, ¿a qué nos lleva? Pues desgraciadamente, amigos míos, a lo mismo; a nada.

Personalmente me considero una persona creyente, creyente de Dios. Sé que la frase "creo en Dios, pero no en la iglesia" está ya bastante manida, pero es real. Todos sabemos que a lo largo de la historia, la iglesia ha hecho un enorme daño a la humanidad y sinceramente, considero imposible que los seres humanos, imperfectos todos, hayan sido capaces de comunicar generación tras generación la historia de Jesús hasta nuestros días sin ningún tipo de cambio que beneficie a alguien, y no me gusta señalar (Iglesia), pero también es cierto que no tienes que hacer caso de todo lo que dicen los curas, obispos y demás para creer en un Ser perfecto que nos acogerá en su seno el día de mañana, o de pasado.

Si me preguntáis que por qué creo en Dios no podré daros mayor explicación que la de haber sido educado en una Sociedad Cristiana, pero también es cierto que me niego a creer que cuando falte, simplemente me comerán los gusanos, y que ciertas personas (por llamarlas de alguna forma) tendrán el mismo destino que yo.

Yo digo que si un cura no es capaz de demostrar la existencia de Dios, un científico tampoco lo es de demostrar lo contrario. Por muchos razonamientos matemáticos o históricos que sea capaz de darte, nunca podrá estar por encima de Dios, si es que existe. Una vez aprendí en una clase de filosofía que las cosas no son reales, sino verosímiles, y que si en realidad lo son nunca llegaremos a saberlo con certeza. Pues lo mismo pasa con Dios, nunca podremos saber si es real o no su existencia hasta que experimentemos la muerte, y aún así...

La razón de que nos planteemos si existe un Ser Superior no es otra que nuestro propio egocentrismo. El ser humano no es capaz de comprender el origen de la vida, y como él no es capaz de crearla sin partir de otro ser vivo, es decir, de la nada, tiende a creer en la existencia de Dios. Un creyente te dirá que fue Dios el que creó ese primer átomo de vida, en cambio un científico te dirá que hace megacientosmil millones de años se dieron las perfectas y puñeteras circunstancias para el origen de la vida, vamos, que nos tocó la lotería cincuenta y siete veces seguidas y sin comprar boleto. Bien, ¿Qué es más plausible? ¿Que un Ser Superior, que nadie ha visto nunca, nos creara a partir de la nada? ¿O que hayamos tenido una suerte que como mínimo podríamos denominar esperpéntica?

Allá tú con tu fe.

Mi EGO y YO

Hace tiempo, y no sé por qué, me vinieron a la cabeza unas serie de preguntas que todavía hoy me rondan: ¿Somos capaces realmente de preocuparnos por los demás? ¿Hay personas capaces de actuar por pura abnegación?

No cabe duda de que podemos encontrar, casi por cada esquina, personas o acciones puntuales que solemos definir como egoístas; ciertamente es lo más fácil, piensas en ti y en nadie más. Es fabuloso que no te preocupe el hambre en el mundo o el llanto de esa persona que lo único que necesita es hablar; ver que tú estás bien es lo único que necesitas.

Pero por otro lado, hay gente que actúa con total desinterés, poniendo encima de la mesa su sudor, su trabajo e incluso su vida con tal de ayudar a los demás (o eso es lo que pensamos), como por ejemplo la persona que trabaja para una ONG, el sacerdote que va de misiones o simplemente el niño que ayuda a su madre a hacer la compra a pesar de no tener ganas.

Bien, pues yo me vuelvo a preguntar: ¿Son estas acciones generosas? ¿Podemos afirmar que haciendo esos esfuerzos estamos pensando únicamente en los demás? Yo no lo dudo, pero tampoco lo dejo de dudar. Mi teoría es que si tomas una decisión, ya estás anteponiéndo tu voluntad, aunque creas que haces el bien para los demás y no para ti mismo. La persona que trabaja para la ONG ha decidido hacerlo, lo que indica voluntad, SU voluntad. A pesar de que ayude a los demás, los ayuda porque él o ella lo ha decidido, ¿por qué? quizá porque piensa que eso es lo que está bien, lo que supone que se sienta cómodo consigo mismo. A largo plazo todas las acciones son egoístas, porque una acción indica voluntad.

¿Y la persona que tiene amigos? Se supone que la gran mayoría de la gente tiene amigos, pues bien, ¿por qué decidimos que nuestros amigos son tales? ¿Quizá porque necesitan de nosotros? ¿O tal vez porque nosotros disfrutamos con ellos? Nos sentimos bien en su compañía y tenemos cosas en común con ellos, y sólo por eso les llamamos "amigos". Y si uno de ellos necesita nuestra ayuda y se la damos, ¿por qué lo hacemos? ¿por desinterés o por no perder a una persona de la que nos podemos aprovechar en un futuro? ¿buscamos su mejora o pensamos inconscientemente que "él haría lo mismo"? Si no lo hiciera, ¿lo haríamos nosotros? Y si le acabamos ayudando, ¿por qué lo hacemos? Pues para verle feliz, lo que nos convierte a nosotros en personas felices; es decir, el último fin es nuestras felicidad.

Pongámonos en el peor de los casos:

Estás con una persona, la que más quieres en el mundo, y por lo que sea debes decidir la muerte de uno de vosotros dos. ¿Es posible tomar una decisión no egoísta? Si decides que muera la otra persona ya estás siendo egoísta, pero si decides morir tú ¿por qué lo haces? Pues lo haces porque TÚ prefieres que él o ella viva, incluso aunque tú debas morir; pero la decisión la sigues tomando tú. Y es más, si decides no decidir ya estás decidiendo por lo que sigues siendo egoísta. Y esto me lleva a mi última pregunta, ¿Podemos no ser egoístas?

Pensándolo friamente, es posible que no.

Pornografía en Prime Time

Diez de la noche. Rambo mira por encima de unos arbustos, divisa a sus enemigos en la distancia, se levanta, saca una ametralladora, apunta, dispara y se carga a varias decenas de hombres, ya sea atravesándoles el pecho o reventándoles la cabeza cual melón; y por si no fuera suficiente, saca una granada, quita la anilla y la lanza para, por si acaso, eliminar cualquier retazo de vida por ahí escondido.

Una y media de la madrugada. Una mujer despampanante se encuentra medio desnuda en su casa viendo la televisión. Alguien llama a la puerta; ella se levanta y abre. Es un fornido fontanero que viene a arreglar las tuberías. Diez segundos más tarde, la chica está completemente desnuda haciendo una felación al fontanero. Durante los siguientes diez o quince minutos esta singular pareja tiene sexo salvaje, sin amor, incluso obsceno.

Bien, ¿qué dejaría usted ver antes a sus hijos?

No soy Dios, ni siquiera adivino o vidente, pero me juego el cuello a que por lo menos el 95% de vosotros os decantáis por la violencia sin escrúpulos. Yo también.

Las preguntas que nos tenemos que hacer son: ¿Por qué preferimos la vioencia gratuíta antes que el sexo sin amor? ¿Es mejor ver cómo una persona mata a otra antes que una relación sexual sólo por placer? ¿Es nocivo para las personas y en especial para los niños el visionado de estas escenas? Y si lo es ¿por qué ponen violencia a las diez y porno a las dos? ¿Hay alguna explicación de antaño que nos haga preferir la violencia al sexo?

Quizá éste es ya un tema más que manido, por lo menos yo recuerdo haberlo comentado en más de una ocasión con mi grupo de amigos, pero hoy intentaré llegar más allá, buscar razones de por qué pensamos así o "asá".

Personalmente conozco a más personas que tienen sexo por placer que a personas que matan, y creo que vosotros también. Es más ¿qué tiene de malo el sexo?. Una persona profundamente religiosa te diría que el sexo por placer es pecado porque estás matando a un futuro ser vivo, pero claro está que la gran mayoría de la sociedad me atrevería decir que mundial tiene sexo por el simple hecho de disfrutar, ya sea con su pareja a la que ama, con un conocido por pasar un buen rato o incluso con una persona a la que nunca ha visto por un momento de calentón. ¿Es eso malo? ¿disfrutar del sexo es malo? Pero ¿y matar? ¿Es eso malo? Pues parece que preferimos enseñar a nuestro hijos a matar antes que a disfrutar. Es tremendo.

Ahora mismo me siento un poco hipócrita porque como he escrito antes, soy de los que prefiere que sus (futuros) hijos vean Rambo, pero esto me lleva a cavilar. Si mi cabeza me dice que el sexo es bueno y la violencia es mala, ¿porque me ruborizo cuando hay una escena de sexo (y no me refiero a pornografica) en televisión y hay alguien a mi lado? Y ¿por qué digo "qué guapo" cuando el protagonista de una película de acción le pega una patada giratoria en la cara al malo? ¿Hay alguna razón para ello? Pues quizá sí.

El vivir en una sociedad Cristiana conlleva que nuestra socialización está enfocada hacia una visión tabú del sexo (más aún que la violencia según mi opinión). Parece que el sexo es algo malo, o indecente, o simplemente algo que sólo se hace en la intimidad y que no debemos airear. !Qué guarrada! Suelen decir los padres cuando ven algo subido de tono en televisión. ¿Es que ellos no lo han hecho? En cambio, cuando un hombre coge a otro de la cabeza y le parte el cuello se hace en el salón un silencio sepulcral, esperando ver que viene a continuación.

A pesar del título, no estoy de acuerdo con la pornografía en prime time, pero quizá tampoco debería estar en contra. Además, no soy de los que quitaría la violencia en televisión, por el simple hecho de que como ser adulto, sé distinguir entre realidad y ficción, e incluso en ciertas situaciones, la violencia en televisión puede hacerte reír, pero sólo la que está hecha con ese fin.

Quizá os estéis preguntando que si estoy en contra de todo lo que defiendo, ¿por qué narices escribo esto? pues mi respuesta es: Nuestro cada vez más pequeño cerebro está comido por la socialización, y no somos capaces de ver más allá de lo que nuestra sociedad nos impone.

¿Deben ver los niños violencia gratuíta en televisión? Mi parte social dice "sí", mi parte racional dice "no". ¿Y pornografía? Mi parte social dice "no", mi parte racional dice "¿por qué no? eso que llevan adelantado".

Felicidad. ¿Pero eso existe?

La otra noche estuve viendo una película tal y como a mi me gusta: Sólo en mi habitación, tumbado en la cama, con mis auriculares inalámbricos cubriendome las orejas por completo, con la luz apagada y tapadito hasta la barbilla. Éste es uno de los lujos que me permito casi cada noche, ya sea para disfrutar de una película o de una serie. Es mi vicio.

La película en cuestión se llama "La Vida de David Gale", y está prtagonizada por Kevin Spacey y Kate Winslet. No sé si os sonará pero por si acaso no os la destriparé. El caso es que ésta es una de esas películas en las que te fijas cuando las anuncian en la tele pero que luego no la vas a ver al cine porque piensas que es mejor verla en Dvd. Pues bien, después de varios años en Dvd me decidí a verla el pasado sábado, y a pesar de que me esperaba bastante más, el final me gustó mucho; y no sólo eso, sino que me dejó algo para pensar.

Primero os pongo en situación y ahora comentamos. El protagonista, David Gale, es un profesor de filosofía que se ve envuelto en un caso de violación y asesinato, y es condenado a pena de muerte. Una periodista, Kate Winslet, va a verle para escribir su historia antes de que lo ejecuten. David Gale le cuenta lo que pasó.

Bien, pues puestos ya en situación, vamos al grano. Al principio de la historia, Gale le cuenta a la periodista una de sus clases de filosofía, ya sabéis (por lo menos los que hayáis estudiado algo sobre este tema) que la filosofía es a veces, muchas veces, dificil de comprender, pero que por otro lado nos puede abrir los ojos a cosas que quizá teníamos ahí dentro, ocultas, esperando a que alguien nos las dijese para darnos cuenta de la evidencia. Pues bien, eso es lo que me pasó a mi el sábado. En dicha clase, el profesor suelta este, para mí, gran discurso:

"Las fantasías tienen que ser poco realistas, porque en el momento, en el instante en que consigues lo que buscabas, ya no lo quieres, no puedes quererlo. Para que el deseo pueda seguir existiendo necesita que sus objetos estén permanentemente ausentes. No es eso lo que deseas, sino la fantasía de eso, es decir que el deseo sustenta fantasías utópicas. A eso se refiere Pascal cuando dice que sólo somos verdaderamente felices cuando soñamos con la futura felicidad y también al decir que la cacería es más dulce que lo cazado o, ten cuidado con lo que deseas, no por conseguirlo, sino porque estás condenado a no quererlo en cuanto lo consigas; así que la lección de Lacan es que vivir acorde con tus deseos no te hará feliz; ser enteramente humano significa esforzarte por vivir de acuerdo con ideas e ideales y no evaluar tu vida por lo que hayas obtenido en cuanto a tus deseos, sino por aquellos breves momentos de integridad, compasión, racionalidad, incluso de abnegación; porque a la larga, la única manera de evaluar la relevancia de nuestra vida, es valorar la vida de otros".

Esto me lleva a las siguientes preguntas: ¿Existe la verdadera felicidad? ¿la felicidad absoluta? ¿cuando decimos que somos felices es porque nos conformamos con lo que tenemos? ¿se puede conseguir todo lo que se desea? ¿es posible que tengamos deseos que ni siquiera nosotros mismos conozcamos? ¿nos hace esto semi felices?

Yo, desde siempre, me he considerado una persona feliz. Aunque es cierto que nunca he dicho que me sienta completa y absolutamente dichoso. Quizá y casi siempre por cosas materiales. Cuando eres pequeño quieres una bici, y cuando la tienes quieres un balón, y a medida que vas creciendo tus deseos van siendo otros. Por una parte piensas "¿esto me hace más feliz?" quizá sí, porque en el momento en que lo tienes te ilusionas y aunque no te aporte la felicidad que te puede aportar una persona, te puede dar una pequeña alegría que al fin y al cabo se puede traducir como una gotita más de felicidad.

Las personas son otra cosa, porque ellas sí que te hacen verdaderamente felices o infelices. Pero digo yo, si una persona está completamente contenta con su familia, amigos, pareja, compañeros de trabajo, etcétera, ¿no es posible que todo, o al menos algo de todo eso fuera superable? por no hablar ya de un mejor trabajo, un casa mejor situada o un simple vaso más reluciente en el que beber.

Desde mi punto de vista no existe la felicidad absoluta, quizá ni siquiera cercana, pero si que es cierto que una persona puede ser feliz, quizá porque se conforma, pero no cabe duda de que las partes más importantes de su vida están bien cubiertas.

¿Qué me pongo?

Hace unos días , me dirigía a una de mis clases mientras escuchaba en la radio "la ventana", un programa bastante bueno de la cadena ser que habla de temas de todo tipo, desde política, posiblemente el único tema que no me gusta escuchar, hasta historias de gente común. Bien, aquella tarde el tema que se analizaba era la vestimenta de la nueva ministra de defensa Carme Chacón en el día de la Pascua Militar. Decían que si era apropiada, que si no era apropiada, que si ella había pedido consejo a La Casa Real, que qué más da cómo vista si hace bien su trabajo y un largo etcétera.

Como siempre, había gente que hablaba a favor y en contra para crear, cómo no, esa atmósfera de debate que tanta vidilla le da a un programa de radio.

Yo, lejos de opinar acerca de este tema me gustaría hablaros de algo que tiene cierta relación con lo que estoy contando y que me hizo pensar.

De repente, en mitad de la tertulia, uno de los colaboradores dijo algo, que yo nunca me había planteado pero que hice en ese momento. Al dar su opinión acerca del tema, comenzó asegurando que "como ya se sabe, la forma de vestir de la gente concuerda con su estado de ánimo en ese momento".

La pregunta es: ¿Estamos de acuerdo? No sé si éste será un tema estudiado, si se ha comprobado que la gente se viste de tal o cuál forma dependiendo de cómo se encuentre en el instante en que lo hace, seguramente sí ya que hoy en día se estudia todo, pero como yo soy una persona de mente abierta, me gusta decir que seguramente hay gente que no se rige por las normas de su ánimo.

Yo, personalmente y como he escrito antes, es un tema que nunca me había planteado, pero ya que ha salido voy a opinar. Creo que, en cierta medida, sí que nos regimos por nuestro estado físico y mental a la hora de elegir nuestro atuendo. Personalmente, si no me apetece salir a ningún sitio o si tengo un mal día, cojo lo primero que pillo y salgo a la calle; por el contrario, si tienes un buen día o llevas esperando algún tiempo un día especial, cuando llega ese momento te acicalas con todo tu ímpetu para salir a la calle con una luz especial mientras piensas: "Todo el mundo me va mirando, claro, como voy tan guapo".

En fin, está claro que un buen estado de ánimo es algo especial, es como un chute de adrenalina que nos invade de vez en cuando y que coarta nuestra forma de hacer las cosas, pero ¿es capaz de decirnos cómo vestir? A pensar se ha dicho

En el Autobús

Me gustaría inaugurar este blog escribiendo acerca del comportamiento de ciertas personas que como mínimo me parece curioso. Es algo que llevo percibiendo desde hace ya algún tiempo, pero que nunca me ha dado por comentar; pero vamos por partes.

Yo terminé hace ya algunos años mi carrera de magisterio por la especialidad de inglés. Desde entonces me dedico a impartir clases particulares a domicilio de una forma un tanto... digamos informal, ya me entendéis, para sacarme unas pelillas para mis gastos. La cosa comienza por darle clase a tu primo o a tu cuñado y así, casi sin querer, te van saliendo nuevos alumnos. Los que hayáis estudiado magisterio seguro que me entenderéis.

El caso es que actualmente estoy obligado a coger el autobús una vez por semana para desplazarme a una de mis clases ya que mis alumnos viven en un pueblo, cercano, pero un pueblo al fin y al cabo.

En una de esas ocasiones me di cuenta de algo, la gente suele ir sola en autobús, pero además se sienta sola. Un autobús, por lo menos aquí en Granada, suele estar dividido en dos zonas separadas por el pasillo central, una compuesta por una fila de asientos individuales, y otra fila de asientos dobles. Bien, pues el comportamiento de una persona que entra sola en el autobús es el siguiente: Entra, divisa la fila de los asientos individuales y si hay alguno libre se sienta. Hasta ahí todo normal e incluso comprensible; pero si no es así mira hacia la otra fila y busca un asiento libre con el de al lado también vacío.

Pues bien, mi pregunta es: ¿Por qué? ¿Es que acaso somos desconfiados? ¿nos da vergüenza sentarnos al lado de alguien que no conocemos? ¿Nos gusta la soledad? ¿Preferimos estar solos para que no nos estorbe nadie cuando queramos salir? ¿Es casualidad? ¿Es instintivo?

A mi personalmente me cuesta creer que sea casualidad, entre otras cosas porque no sólo me ha pasado una vez, pero tampoco creo que desconfiemos de los demás porque si no queda más que un asiento libre y éste está al lado de una persona, la gente se da bofetadas por pillarlo.

¿Mi teoría? La verdad es que no sé si la tengo. Quizá, si me tuviera que inclinar por algo sería por la teoría de la vergüeza, que más que vergüenza es "cosa", es no querer que nadie se siente a tu lado por si acaso se rozan vuestras rodillas. La verdad, todo esto me parece un comportamiento un tanto absurdo, que no hace más que quitarle posibilidades a gente que sí que viene acompañada. Es curioso que esto salga de mi "boca" cuando yo me incluyo dentro del grupo de los "solitarios", pero en fin, ya se sabe que el comportamiento humano es cuanto menos laborioso de comprender.

Ya para terminar, me gustaría decir que como todo en la vida, y cuando digo todo, me refiero a todo, hay excepciones. Estoy seguro de que hay gente a la que no le importa sentarse al lado de otra persona, aunque no la conozca; aunque también es cierto que habrá gente que elija al lado de quién sentarse, pero eso ya es otro tema.

Mensaje de Bienvenida

Hola a todos.

Hoy vuelvo a embarcarme en un nuevo proyecto que no sé cuánto durará, pero que como siempre empiezo con ilusión. En "Pensamiento de un Loco" podrás encontrar una serie de reflexiones, teorías o cavilaciones que alguna vez pasaron por mi cabeza, y que como mínimo me gusta denominar como curisas.

Mi objetivo es dejar constancia de que hay gente que piensa, a lo mejor acerca de cosas nimias, sin importancia, pero si eres capaz de enfriar tu mente descubrirás que hay un mundo lleno de detalles ahí fuera. ¿Por qué actúa la gente de tal o cuál forma? ¿Qué hay más allá de un comportamiento rutinario de una persona? No esperes un blog científico ni nada por el estilo, sino más bien los pensamientos que pasan por la cabeza de un loco como yo en un momento determinado de su vida.

Si no has entendido mucho de lo que acabas de leer, no te preocupes porque lo importante aún está por llegar. Pasen, lean y opinen, locos y locas.